(Existen momentos para todo, y en ocasiones, la lucha interior puede llegar mas allá de lo que todos podríamos imaginar)
Una pesadilla, un mal sueño, algo que nadie recuerda por la mañana, pero que condicionara los siguientes días de tu vida, tu presente, tu conciencia del pasado y sobre todo, abarcará tu existencia hasta limites insospechados.
Y mil fantasmas lloran en tu cama, mil fantasmas respiran en tu lecho, bailan a tu alrededor mientras tu solo quieres dormir, apagas la luz, aprietas tus parpados hasta sangrar por dentro, pero los escuchas, siguen ahí, e intentas dar la vuelta a tus globos oculares para conseguir mirar en tu interior, pero no ves nada, todo sigue igual de oscuro, y los escuchas…
Sus risas lamentatívas ensucian tu sueño, y tu lecho virgen hasta entonces, se siente violado, y tu espacio esta totalmente vulnerado. Te aferras como puedes a las sabanas, y construyes un pequeño bunker en el cual te sientes a salvo, pero sabes que eres pequeño, y el peligro no es real, o al menos eso te parece. El refugio de la falda materna esta lejos ahora, y te las tendrás que apañar solo, no puedes salir de ahí hasta que un nuevo amanecer ilumine tu cuarto y los mil fantasmas se oculten de nuevo bajo tu cama, en tu armario, o en tu desprotegido órgano motor.
(Parte I)
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